Una rana de cuatro ruedas.
Burton recuerda a Alejandro Finzi manejando un Citroën, la mítica rana francesa que marcó a varias generaciones de argentinos.
En una reciente columna para el periódico Va con firma, Gerardo Burton recuerda a Alejandro Finzi de la siguiente manera:
“En 1986 es un vecino que vive con su compañera y sus dos hijos a dos cuadras, sobre la calle Los Araucanos, en el barrio Belgrano muy cerca del Limay… Maneja un Citroën 3CV marrón, de donde en unos años más alguien hurtará el chelo de uno de sus hijos, y eso le causará un gran dolor, apenas aplacado por el arraigo de sus chicos en la región de habla francesa en un país del norte de América.”
Ese recuerdo trajo a mi memoria el comienzo de la novela de Lucía Puenzo, Wakolda, donde una familia argentina viaja a la Patagonia en un Citroën y en Chacharramendi se cruzarán con un personaje que les cambiará la vida para siempre. En la imaginación de Puenzo, y en la previa a un tormentón “…el Citroën (cargado de valijas) aminoró la velocidad y siguió avanzando a paso de hombre…”
Ese noble y notable auto que se fabricó hasta la década del ’80 atraviesa todo el imaginario de la clase media argentina; si hasta es el auto de la familia de Mafalda. https://parabrisas.perfil.com/noticias/novedades/citroen-2cv-quino-mafalda-muerte-argentina-historieta-auto-padre-2-cv.phtml
En @MafaldaDigital hay un tweet dedicado al mismo:
“El Citroën 2cv fue popularmente conocido como “dos caballos” (2cv es en francés, deux chevaux vapeur) por la potencia del motor del primer modelo. El concepto para el vehículo era claro y simple: “cuatro ruedas bajo un paraguas” y sus pautas de diseño, aún más básicas: debía transportar por cualquier camino firme a cuatro personas con una bolsa de papas y una cesta de huevos sin que estos se rompieran.”
Creado por André Citroën en París, Francia, el auto se vendió por primera vez en Argentina en el año 1960 y las publicidades de la época lo presentaban como el auto ideal para hacer la segunda en las cocheras de las ascendentes clases medias.
La historiadora Isabella Cosse cuenta que una publicidad gráfica en la revista Claudia rezaba: “pensado para gente que piensa” y apuntaba a posicionar el modelo como el auto para la mujer, aunque tenía que hacerle creer a su esposo que la elección había sido suya. “El aviso les ofrecía a las lectoras la fantasía no sólo de tener un auto propio sino de señalarlo por su propia cuenta, audacia contrarrestada con una explícita referencia a la necesidad de respetar el orden de género familiar”, explica.
El 2cv se fabricó hasta 1972 y fue reemplazado por el “poderoso” 3cv con el que viví en mi infancia “historias de novela”. VER AQUI
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