Una vuelta por Escher.
¡Ay, Maurits Cornelis Escher ! me has cautivado desde la primera vez que puse mis ojos en tus dibujos, y todavía hoy me siento cautivada, aún sin entenderlos, sin poder meterme en ellos, sin tener la menor idea de cómo mirarlos, si es que hay que mirarlos desde algún lugar particular.
Por eso mismo no puedo imaginar cómo funcionaba tu cerebro dotado para encontrar poesía en la geometría y en las matemáticas. Sé que pasaste horas y horas estudiando los detalles geométricos que dejaron los arquitectos nazaríes.
Lo que me fascina más que nada son tus escaleras, aunque sea imposible utilizarlas. Me divierten porque en ellas no se puede saber si hay un adelante y un atrás, una izquierda o una derecha, un arriba y un abajo, un adentro y un afuera. Si se quiere generar una desorientación espacial notablemente vertiginosa hay que intentar utilizar una escalera de Escher.
No haber tenido esas escaleras para jugar a las escondidas y perderse cuando niños… ¿no te da miedo? Reconozco que sí, dudo ante la pregunta ¿estás seguro de que un suelo no puede ser también un techo?
Antes del insuperable Macondo de “Cien años de soledad”, existieron los mundos fantásticos de Maurits donde la fuerza de la gravedad desapareció en el entresijo de las paradojas geométricas. No era magia, Escher recreaba universos imaginarios que parecían reales, y viceversa, utilizando formas y figuras encajadas dentro de un gigantesco rompecabezas a partir de las ciencias mencionadas al principio.
Tal vez el gran secreto de los magos sea haber utilizado sus trampantojos (ilusión óptica o trampa con que se engaña a una persona haciéndole creer que ve algo distinto a lo que en realidad ve) imitando al holandés.
Como dije, no soy capaz de explicar lo que Maurits hizo, explicarlo razonablemente, pero encontré una obra artística (¡cuándo no!) que lo plasmó maravillosamente utilizando el cine como vehículo.
Laberinto (1986) de Jim Henson
Jareth (David Bowie) aparece cantando “Within You”, mientras Sarah (Jennifer Connelly) trata de alcanzar a su hermano, Toby (Toby Froud) en un laberinto inspirado en la obra de Escher.
El director, Jim Henson, y el diseñador de producción, Elliot Scott, trasladaron la litografía del artista holandés a un set tridimensional, donde las escaleras conducen a los personajes hacia arriba y hacia abajo al mismo tiempo.
Es interesante introducirse en una de las secuencias más hipnóticas y emblemáticas del cine de aventuras de los años ochenta: 'Dentro del laberinto' es, mitad balada de Bowie y mitad reinterpretación de los grabados de MC Escher.
Las obras utilizadas para esta secuencuencia son: “Relatividad” y “Casa de escaleras”, con sus pparticulares bloques de piedra y subidas y bajadas arquitectónicamente imposibles.
Llevar esos dibujos a un escenario 3D a tamaño real requirió de mucho trabajo de diseño y de efectos visuales en una época en que no existía el 3D. Porque claro que hoy sería más que fácil realizar digitalmente una obra de Escher, pero el encanto está y seguirá estando en el logro manual y cerebral de esos dibujos, figuras y representaciones que no tienen lógica aparente.
Sin embargo, de manera muy sutil, nos introduce en lo que parecieran ser, a mi modo de ver, mundos paralelos: el famoso multiverso de las partículas subatómicas en continuo movimiento. Como también lo hace José Luis Borges en “El jardín de los senderos que se bifurcan”, pero eso queda para otro día.
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