Una luz en la boca del pozo

“Los 11 cuentos que integran el libro fueron escritos entre el 2014 y el 2022, y nacieron por el placer de escribir nada más pero, bueno, después decidí reunirlos por afinidad temática, y les dí un orden que no es azaroso sino que hay como un lazo que los va vinculando”, explica a La Yapa su autora Mónica Contreras.

“Yo escribo ficción verosímil. La verosimilitud viene de la observación y de las preguntas que me hago. Los relatos no están anclados en un solo lugar sino en una zona que no la nombro, por ahí lo que doy es alguna pista de la dimensión del lugar, si es un pueblo si es la ciudad… por ejemplo, si el personaje se fue a la capital entonces uno se sitúa imaginariamente en una gran ciudad. Los personajes no tienen nombre pero sí son identificables.”

La presentación se realizó el pasado 2 de agosto en el Complejo Cultural Casa de las Leyes y de la misma participó Marita Molfese quién se refirió a la obra de la siguiente manera:

“Mónica explora lo real para convertirlo en ficción y así nos conduce como hábil caminante a través de diferentes espacios: cerros áridos, lomadas, valles, pueblos pequeños, oficinas, plazas, todos ámbitos propicios para el silencio o para el vocerío, para la esperanza o el agobio. En efecto, se conjugan en ellos voces, para las que con pocas palabras es suficiente o bien, necesitan del diálogo constante. Personajes que con sus historias sencillas nos complacen: voces a su turno se hacen oír con su sabiduría ancestral, con sus preocupaciones, con sus temores, con su destino de intentar ser memoria. Voces inmersas en el caos, la incertidumbre, el temor y otras que enternecen al lector/lectora (al menos a mí) como la de Katu, el joven guaraní que narra una historia de superación o el Barba, mago hacedor de Pepe, el títere, y de sueños infantiles.”

El vacío de un pozo seco fue publicado por Ediciones con doblezeta y Mónica comentó que el título “no es el nombre de ninguno de los cuentos pero es una frase que dice uno de los personajes en uno de ellos; me costó mucho encontrarlo, ya estábamos en periodo de edición avanzada y yo seguía dudando. Me tranquilicé cuando encontré la imagen de tapa, que diseñó mi hija, porque la imagen le da equilibrio al título. El nombre del libro alude a la idea de que a ninguno de mis personajes le sonríe la vida pero, entrelíneas, se puede ver que hay esperanza en la vida que transitan”. A propósito de lo difícil que es titular, Marita trajo a colación una reflexión de la escritora y periodista Leila Guerriero: “cuando se encuentra el nombre exacto para el título hay una sensación de felicidad plena, un estambre soldado al corazón de una historia de la que ya no podrá volver a separarse”.

El libro contiene 11 cuentos y el proceso de escritura llevó varios años. “La verdad, no tenía el objetivo de publicar porque cuando comencé a escribir, tarea que me encomendé cuando cumplí mis 50 años, yo no tenía idea de que quería un libro con una tapa con mi nombre. Quería darle lugar a voces que tenía dentro pero en un momento los textos maduraron, en 2022 ya estaba armado en borrador, y el año pasado tuve que afrontar una situación que me puso en la cabeza la decisión de decir ‘hoy es lo que está listo’”.