Un paseo y muchos olvidos
Con las privatizaciones de empresas del Estado Argentino durante el Gobierno de Carlos Menem, en el año 1993, se produjo el pase de la estación del ferrocarril a la provincia de Neuquén. Pocos imaginarían que el lugar comenzaría a funcionar un Paseo de Artesanos.
En esa oportunidad, durante la primera gobernación de Jorge Omar Sobisch, (1991-1995) se trasladan las oficinas de la Subsecretaría de Cultura desde la calle Santa Fé, casi esquina Alderete, a la estación ubicada en la Vuelta de Obligado, el corazón mismo de la ciudad.
Una gestión ardua significó ese traslado, ya que Alé Américo Rada (1936-2021), Coordinador general de Ferrocarriles Argentinos (zona Neuquén) y dirigente gremial, se resistía a abandonar el espacio donde, desde hacía muchísimos años, era su lugar de pertenencia social, política y personal. Rada fue un defensor apasionado del rol del Estado y de los servicios que el mismo ofrecía a la sociedad en su conjunto: escuelas, hospitales, universidades, trenes etc. Cada oportunidad, en el contacto necesario, Rada contaba historias vinculantes a la de la Argentina peronista ofreciendo datos de importancia para el conocimiento de la historia sindical y política del país.
Las instalaciones del ferrocarril quedaron muy deterioradas
Trasladadas las oficinas y personal al lugar, se encontraron rastros del tiempo con el deterioro lógico del uso y falta de mantenimiento. La luz estaba “colgada”, no había cloacas ni sanitarios, la sala de las encomiendas estaba sin actividad con restos de paquetes y bultos abandonados, y espacios ociosos, que mostraban la mano en alto del adiós del Estado Nacional.
Un enorme galpón de chapas y maderas sobre la calle de entrada de la Estación, que oficiaba de depósito, fue derrumbado y en ese espacio, un joven de escasos años, Carlos, se encargaba de ganar unas monedas con los que estacionaban sus vehículos. El estacionamiento creció con los años, hasta hoy, convertido en una cooperativa impulsada por ese mismo muchacho, sus hijos y nietos. Herencia insoslayable.
En el terreno, una serie de cinco vagones de madera pinotea, rotas, quemadas, con acumulación de basura que oficiaban de refugio de jóvenes marginados durante parte del dia y la noche, habían quedado de esos vehículos que se utilizaban en el traslado de personal y administración de la empresa estatal por las vías de la región y el país.
Los jóvenes fueron contenidos para su inclusión, con un programa de capacitación en luces y sonidos que se ofreció desde el organismo cultural recién llegado al lugar.
El proyecto del Paseo Peatonal de los Artesanos de la ciudad, fue realizado por el Arquitecto José Picón y Asociados y consistió en la recuperación de los vagones, el diseño del espacio, la puesta en marcha de los servicios básicos, siendo los contenidos de su funcionamiento realizado por el equipo de la subsecretaría de Cultura de la Provincia de Neuquén.
El plan se enmarcó en documentación que tuvo su origen legal : 1º): en la Ordenanza Nº 5872/93 de Declaración de Interés Público y monumento histórico Municipal “al conjunto de edificios conocidos como “Estación Neuquén del F. C. Roca” ; 2º): al Convenio firmado entre el Gobernador Sobisch y Ferrocarriles Argentinos, representado por su interventor el Dr. Ignacio Alfonso Ludueña y aprobado por el decreto número 2779 /93. La transferencia sería hasta cinco años después, debiendo la Provincia pagar un canon simbólico de $2.400 anuales.
El trabajo de recuperación de las viejas instalaciones del ferrocarril
Para los trabajos de recuperación y puesta en marcha del proyecto se firmó un convenio con la Asociación Neuquén de Artesanos (personería jurídica Nº 0661), presidida entonces por el artesano Osvaldo Salas y aprobado por el Decreto Provincial 2382/95.
Dia a día los artesanos trabajaron sin descanso cepillando maderas, reparando roturas, armando cada detalle, desarrollando espacios verdes, cartelería, de lo que se convirtió en el paseo con niveles de altura que permitían abrazar un pequeño anfiteatro central, un lugar único. Los artesanos administraron el uso de los vagones en acuerdo con el Organismo cultural.
Hay anécdotas, experiencias, historias de personas y personajes que hicieron posible el Paseo. Vecinos celebrando lo que acontecía como una conquista por sobre el silencio de los trenes que se despidieron con dolor de la red de comunicación y progreso que fue el tejido fundamental de un país que es memoria.
Treinta años después, un tren moderno atraviesa el día, suben y bajan pasajeros con destinos elegidos. Al costado de la estación, el silencio de lo que no fue: la desidia, la indiferencia, el abandono se instaló nuevamente. ¿Para quedarse?
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