¿Cuántos perros tiene una vida?
Los perros son seres que encierran tiempos y emociones. Viven 10, 12, 15 años o tal vez más, lo que es mucho para ellos porque dicen que cada año hay que multiplicarlo por
siete de los nuestros y demasiado poco para nosotros, que de manera dramática e inexorable vemos cómo nos van dejando en el largo y vertiginoso camino que tienen nuestras vidas.
Fueron alguna vez compinches de travesuras en la niñez, compañeros en la adolescencia, testigos de amores en la juventud, acompañantes en la soledad, guardianes celosos de nuestros hijos y amigos de descanso en la adultez. Todos inseparables y fieles. Increíblemente fieles.
¿Cuántos perros tiene una vida?
En mi caso, no lo recuerdo bien. Sí sé que fueron muchos. A algunos los tengo más presentes que a otros porque me acompañaron durante más tiempo, pero a todos los amé y a todos los lloré por igual cuando me dejaron y no hubo más remedio que la despedida. Hago memoria. Joaqui, Rami, Cachi, Panchita, Osi, Ricardo, Lunita, Timi…
Faltan. Claro que faltan…
Algunos de raza; otros de mil leches. Regalados, rescatados, encontrados, adoptados, graciosos, cascarrabias, celosos, inquietos, pachorras, expresivos…Vuelvo a hacer memoria. El día que llegaron a mi vida. Las veces que se enfermaron. Las alegrías compartidas. Las lágrimas mezcladas. Aquellas vacaciones. Salidas a pasear. La rutina de los baños. Los retos. Los despertares de cada mañana. Lengüetazos en la cara… Miradas que hablan, que piden, que entienden, que aman…
¿Cuántos perros tiene una vida?
Convencido de que todos los seres perrunos se van al cielo o a otra dimensión sin límites de espacio o de tiempo, es un alivio para mí saber que algún día, tal vez más tarde o más temprano, me reencontraré con ellos. Imagino que será una ocasión especial en la que vendrán todos juntos corriendo a saludarme; los de mi infancia, los de mi juventud, los de mi madurez.
Una jauría de pequeñas bestias moviendo la cola, algunos haciéndose pis de la alegría; otros, panza para arriba llorando de emoción en un coro desafinado de ladridos. Todos con una foto colgada en su collar. Cada imagen, un instante, una pausa en el tiempo, como diciendo “¿te acordás de mí? ¿Y de este momento? ¿Cuántos años pasaron de esta foto?
Estoy convencido que ese reencuentro será algo maravilloso e irreal; un terremoto de emociones impensado, una revisión de mi historia personal a través de esos ojos transparentes sin maldades ni egoísmos, solamente con el amor y la ternura que sienten y transmiten los animales.
Claro que será un momento mágico para mi alma y mi memoria. Allí confirmaré cuántos perros tuvo mi vida. O, mejor dicho, cuántas vidas de perros se involucraron con la mía.
M. Cippitelli
Linda nota...