Elizabeth Bishop
Elizabeth Bishop nació en Worcester, Massachusetts, en 1911 y falleció en Boston un 6 de octubre de 1979. Fue una laureada poeta de los Estados Unidos, galardonada con el Premio Pulitzer de poesía en 1956. Es una marca de fuego en la poesía norteamericana.
A lo largo de su vida, esta autora cuya obra estuvo influenciada en gran medida por la poeta estadounidense Marianne Moore, conoció una importante cantidad de países y ciudades del mundo y, durante varios años, fijó su residencia en Francia, en Florida y en Brasil.
Además de publicar sus trabajos, esta poetisa que llegó a obtener numerosos reconocimientos tales como el premio Houghton Mifflin Prize de Poesía, el Pulitzer, el National Book Award, el National Book Critics Circle Award, dos becas Guggenheim y el Neustadt International Prize for Literature, entre otros, probó suerte como traductora, escribió artículos para «The New Yorker» y brindó conferencias en diversas universidades, muchas de las cuales la tuvieron también como profesora.
Norte y sur (1946) y Cuestiones de viaje (1965) son sus poemarios más notables.
UN ARTE. Elizabeth Bishop.
No es difícil dominar el arte de perder:
tantas cosas parecen llenas del propósito de ser perdidas,
que su pérdida no es ningún desastre.
Perder alguna cosa cada día. Aceptar aturdirse por la pérdida
de las llaves de la puerta, de la hora malgastada.
No es difícil dominar el arte de perder.
Después practicar perder más lejos y más rápido:
los lugares, y los nombres, y dónde pretendías
viajar. Nada de todo esto te traerá desastre alguno.
He perdido el reloj de mi madre. Y, ¡mira!, voy por la última
—quizás por la penúltima— de tres casas amadas.
No es difícil dominar el arte de perder.
He perdido dos ciudades, las dos preciosas. Y, más vastos,
poseí algunos reinos, dos ríos, un continente.
Los echo de menos, pero no fue ningún desastre.
Incluso habiéndote perdido a ti (tu voz bromeando, un gesto
que amo) no habré mentido. Por supuesto,
no es difícil dominar el arte de perder, por más que a veces
pueda parecernos (¡escríbelo!) un desastre.
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