Los gringos
Están allí, al comienzo del bulevar del Oeste hacia el Este, están con pretensión de quedarse para siempre, fijos en el gesto, él mirando el futuro, con la mano apoyada en la pala que se clava en el suelo arenoso, ella mirando hacia adentro, a su propia semilla, la única capaz de engendrar alegrías de otros, y tristezas de otros, y con ello el principio del olvido, y la misericordia, y la fugaz inocencia que siempre se parece a un recuerdo nostálgico.
Están allí y nadie hace caso de esa presencia pétrea, de ese verdoso gris del cemento alisado, salvo, a veces, el de la bicicletería, cuando en alarde de publicidad sin costo, cuelga un par de cubiertas en los cuellos erguidos de la mísera estatua, para que ellos, que tanto trabajaron hace un siglo, sigan trabajando, ya sin plusvalía ni opresores, sin siquiera el recuerdo de los seres queridos, sin perder la postura, la dignidad sublime de los perdedores, atravesando años como nave al garete, hundidos en el verde del bulevar plebeyo, por donde corren apuradas las máquinas, siguiendo GPS que marcan siempre el norte, el de la financiera y el shopping, donde Dios espera al primer nominado del reality show del siglo 21, para entregar el premio, un paraíso en cuotas.
Ellos también bajaron de un barco, llevaban la ropa en lienzos blancos a falta de valijas, habían cruzado como Colón el Atlántico, en lúgubre sentina, comiendo pan y ajo, y cebolla, y algo de vino agrio. Y ahora están aquí, al comienzo del bulevar del Oeste hacia el Este, mirando el poniente como quien mira su propia sangre en tránsito, ya fijos, detenidos, muertos para siempre en la viva escultura, tras haber engendrado la raíz, la flor, el fruto, la lenta agonía de las cosas del mundo.
Y cuando el sol se hunde en el pozo estrellado, les juro que ellos lloran, para regar el pasto, y que algo no muera.
Rubén Boggi #layaparelatos #rubenboggi #escribirescultura #losgringos
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