Los escucho, aunque parece que no están!
Algunos murieron y muchos siguen vivos y hay niños, jóvenes y mayores talentosos desparramados por el planeta. Muchos de ellos son recuerdo y herencia, otros son hoy y lo que vendrá.
Llega la tarde y el frío invita al adentro, algo caliente y música. Ahí están ellos/ellas con sus instrumentos, voces y poesía al ritmo de todos los ritmos.
Joan Manuel Serrat y sus “Locos bajitos”, andan por el “Mediterráneo” y el “El hambre” trae a Miguel Hernández diciéndonos detrás de las rejas todo lo que encierra, precisamente, el hambre.
De pronto entra el atrevido de Joaquín Sabina desprendiendo el vestido de la luna con su poesía, por “El boulevar de los sueños rotos” porque “Contigo” inventaron “La canción más hermosa del mundo”.
Hay lugar para el disfrute, porque El Cigala con “Lágrimas negras” nos lleva a Cuba, y porque Juan Luis Guerra “quiere ser un pez” y vivir "entre mar y palmeras” y porque se les da las ganas a los murgueros uruguayos interrumpir la tarde y pedir un par de mates, ¿quién se los puede negar a la Falta y Resto, a los Agarrate Catalina y al Canario Luna?.
El frío aprieta y la noche, inevitablemente, invita al vinito caliente, mientras suena el acordeón del Chango Spasiuk y el de Raúl Barboza, la guitarra de Eduardo Falú cantando bajo la piel del verano por venir. Sale la voz del “Grito Santiagueño” desde la garganta de Carnota para picar a los pies de Juan Saavedra y abrazarse con Peteco para festejar en el Patio de Froilán, y entonces se encienden las luces para verlos llegar, liderados por la Negra Sosa con su canto de América que estremece el atardecer. Detrás se suman Luciana Jury, Mónica Abraham, la Bruja Salguero, Nadia Larcher, y ¡tantas más! pintando de poesía y canto la página de la historia que sigue su empecinado camino del arte.
Pienso, siento, me emociono, enciendo la radio, y espero.
Sigo esperando, ahí no están… debe ser una sensación, porque los escucho, y están.
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