Lo que no fue. *Por H. López
Algo que debía pasar, no pasó. Suele ocurrir que ante una gran expectativa hay una mano negra que la borra de un plumazo y zas!, adiós plan.
En Paraty, estado de Rio de Janeir, Brasil, se realiza cada año desde hace veinte, la Fiesta Internacional de literatura de Paraty (FLIP). A ella llegan reconocidos autores de muchos lugares del mundo que se convierten en la gran atracción de la Fiesta (si, así es: FIESTA, no Feria) convocando a miles de personas que durante cuatro dias se hacen presentes en lo que llaman mesas que son en realidad, entrevistas que desde un escenario se le realiza al autor programado ese día por parte de dos especialistas en literatura y sobretodo en la obra del entrevistado.
Alrededor de dicha actividad y en forma simultánea, hay muchísimas propuestas para chicos y grandes, literatura, juegos, música, danza que a cargo de grupos que llegan de distintos puntos de Brasil, hacen la delicia del público. En la mesa del día 25 de noviembre se presentó a la francesa Annie Ernaux, premio nobel de literatura 2022.
Tenía una invitación para ese acontecimiento y puse proa hacia el lugar preparada para el gran banquete. Con una organización impecable, se llenó el espacio (una globa de un material que hacía suponer de cemento, aunque no lo era) más de mil personas se acomodaron en sillas tapizadas en un formato de tribuna en semi círculo mirando hacia la tarima muy bien iluminada.
Tuve la suerte de estar en primera fila, al costado derecho de la tarima, es decir un lugar privilegiado. En cada silla un auricular con un aparatito donde figuraban los canales de las traducciones disponibles para quien no entendiera el francés, idioma de la invitada.
Se apagaron las luces, se hizo un silencio sacro y aparecieron las dos especialistas y ella: Annie!. Menuda, cabello rubio, largo y opaco , de una blancura llamativa en su piel, ojos claros, los labios apenas con una tenue capa de rouge, vestido suelto, una chalina verde que cubría sus hombros, (que ya estabn cubiertos por el vestido) y una sonrisa muy breve. Mientras la presentaban en el idioma del país organizador, es decir, el portugués, yo buscaba en el aparatito el canal correspondiente a "español" con la seguridad que empezaría a disfrutar del nombrado banquete. Los canales eran con las correspondientes traducciones en portugués, francés, inglés y español.
Uno y otro fueron deslizándose bajo la presión de mi dedo indicador, voces masculinas y femeninas hablaban en los idiomas señalados, todos menos el español. Un frío me corrió por la espalda, mientras alcanzaba a espiar lo que ocurría en la tarima: Annie seguía con su breve sonrisa y las especialistas se cruzaban en portugués sonriendo más aún y provocando aplausos entusiastas. Las voces me seguían hablando en el auricular en idiomas que me parecían jeringoso, acordándome que siempre lo había hablado muy bien con mis amigos de la infancia.
Del frío, pasé al calor, mientras un señor que estaba a mi lado, disfrutaba de un asiento especial destinado a obesos y aplaudía con fervor. Pasaban los minutos que parecieron horas y llamé a una señorita de la organización, quien parecía corregiría la falla, y la cosa siguió igual. A todo esto las especialistas seguían hablando, Annie seguía sonriendo brevemente y tomando el micrófono manual saludó en francés, aplaudieron todos y yo la miré gustosa de que haya sido recibida con tanta aceptación y afecto. Me levanté y encaré la salida con un gesto en mi rostro que no creo haya sido agradable.
Una señorita se dirigió preguntándome si me iba. No recuerdo cuántas cosas dije para explicar el motivo por el que me retiraba. Hacía esfuerzos para que me entendiera pensando que mi portuñol no facilitaba la cuestión. Con los ojos clavados en los míos, me dijo: "hable tranquila, soy argentina".
Es lo único que entendí de la esperada conferencia de Annie Ernaux. Otra vez será o no será.
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