¡Lo Kamala, maravillosamente loca!
Es mujer, menuda, cabellos rubios, ojos grandes. Sonríe como un niño, así de limpia su boca abierta para tragarse el mundo, ese mundo pequeño y grande que la rodea para hacerla bailar con su compañero de trapo y cara de circo.
Esa mañana se levanta y empieza a marcar las cosas que debe limpiar, las plantas a regar, la bicicleta a acomodar y el olor a yerba mojada para el mate. La otra mañana se queda quieta en la cama, esperando que su muñeco la levante entre sus brazos y la lleve hasta la plazoleta frente al Banco, en el centro de la ciudad de Neuquén, donde la gente entra y sale contando (vaya a saber qué), en sus carteras jubiladas.
Polleras de colores, música y sonrisas: habla con su compañero de aventuras y él le responde con el cigarrillo temblando en su boca de aire. Sigue sonriendo y sus pies se mueven al compás de tamborines, vientos y violines: ella baila, ellos bailan más y más.
La conocí pequeña atropellando corazones con sus preguntas, buscando entrar al mundo adulto sin permiso, solo por saber de que se trataba el asunto. Venía a casa de la calle Juan B. Justo, para emparentarse con los artistas que nos visitaban y se quedaba horas escuchando y mirando detrás de las ventanas de sus enormes ojos.
Era Viviana, Vivi, nunca loca, siempre lo que se inventó para no lastimar a esa pequeña que arrasaba con su ternura. Creció, se enamoró, llegaron los hijos, se fue el amor.
Así anduvo cada dia de su vida adulta con la lucidez de quien se da cuenta que la cosa es otra cosa y siguió inventando, arribó al anonimato sin cabeza, total, ¿para qué tenerla? se preguntó un día y se calzó el traje, un paraguas y nos enfrentó en una esquina de la ciudad.
La vemos, pero, ¿la conocemos?, ¿cómo hacerlo si baila y baila con un muñeco de trapo con la boca de aire y no para nunca? ¿cómo conocerla si encima se sacó la cabeza y anda por las esquinas y la calle esquivando los autos y riéndose de nosotros los con cabeza?.
No la conocemos porque, tal vez, ella se conoce bastante o mucho y sabe que es inútil seguir desparramando nombres, apellidos, documentos, identidades, que alcanza para despertar el asombro y la ternura. Su Kamala, su amorosa Kamala, porque sabe que el mundo gira y gira sin parar al compás de su maravillosa locura
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