http://media.neuquen.gov.ar/rtn/radio/playlist.m3u8
top of page

Le dieron duro y el tiempo lo vindicó


Hay pocos tipos tan revolucionarios dentro de la música como Miles Davis. A veces lo entendieron, a veces no.


Miles cambió el jazz más de una vez, la última fue a finales de los sesenta, cuando comenzó a explorar horizontes de modernidad y electricidad con el disco “Filles De Kilimanjaro”, que salió cuatro discos antes que este “On The Corner”, el álbum que este viernes cumplió 52 años y del cual vamos a hablar un ratito.


Tras el adelanto hecho en "Filles...", Miles Davis sacó el emblemático “Bitches Brew” y allí apretó el acelerador de la electricidad para -dos discos después- decidirse a tirar toda la carne transgresora al asador en el discazo del que hablaremos hoy.


Seguro de apuntarle a la generación joven que se había alejado del jazz en pos del rock y el funk, Miles reclama la re-atención hacia el jazz grabando y editando “On The Corner” con varias premisas renovadorísimas:


✔️ Fuerte pedal de Wah Wah para su trompeta.


 ✔️ Apoyatura total en el alma armónica de Herbie Hancock y Chick Corea en pianos eléctricos y sintetizadores


✔️ Dos sitaristas que ya habían laburado con rockeros, como Khalil Balakrishnay Collin Walcott


✔️ Un gutarrista neto de jazz rock: John McLaughlin


✔️ Un violonchelista eléctrico, jovencísimo, moderno, atrevido, que hoy es un grosísimo compositor de bandas sonoras: Paul Buckmaster, quien también escribió los arreglos más freejazzeros del disco.


✔️ Bateristas y bajistas bien grooveros, todos jazzeros, sí, pero hijos directos del funk (De Johnette, Henderson, Alias, etcétera, etcétera)


✔️ Una producción de “corta y pega” de tomas espectacular capitaneada por el maestro Teo Macero. Juntos “hicieron” los temas pegando tomas y tomas de tomas de tomas.


✔️ Un arte de tapa bien piola y pegador de la mano del dibujante de comics Cortez “Corky” McCoy


Con este paquete de novedades, Miles estaba seguro de pegarla entre los pibes de los primeros setentas. Columbia Records, su casa disquera, se comió los mocos y no supo como promocionar el disco, no se animó a poner plata en el circuito de consumidores del jazz ni en el de los consumidores de rock.


El disco fracasó comercialmente.

Las notas que dio Miles no fueron muy marketineras que digamos, todos quienes hayan leído su biografía sabrán que le importaba tres pedos hacer él mismo la promoción publicitaria de sus discos. Iba por las radios y las revistas especializadas diciendo: “Este disco es Stockhausen + funk + Ornette Coleman” y cuando se le preguntaba por qué en la cubierta del álbum no figuraba ni uno solo de los músicos participantes, solía decir cosas como ésta:


“No puse esos nombres en el disco especialmente por esa razón, así que ahora los críticos tienen para decir: '¿Qué es este instrumento y qué es esto?' ... Ya ni siquiera voy a poner mi foto en los álbumes. Las fotos están muertas, hombre. Cierras los ojos y estás allí".


Pues los críticos tomaron revancha y le dieron con un caño y -ya lo sabemos- a la hora de escribir barbaridades grandilocuentes, son mandados a hacer. Jon Brown de “Jazz Journal” escribió que "suena simplemente como si la banda hubiera seleccionado un acorde y hubiera decidido preocuparse muchísimo por él durante tres cuartos de hora", Eugene Chadbourne, de la revista “Coda” dijo que el disco era “pura arrogancia y un insulto intelectual a la gente”, Ian McDonald de “NME” dijo que era “el disco más monumentalmente aburrido de la historia del jazz”. Re gauchitos, ¿no?


Como siempre decimos: el tiempo se encargó de poner en su lugar las cosas. En 2014, el medio especializado “Stereogum” lo aclamó como "uno de los mejores discos del siglo XX, y fácilmente uno de los logros más asombrosos de Miles Davis", destacando su mezcla de "guitarras funk, percusión india , técnicas de producción dub , [y] loops que predicen el hip hop".


Según “Alternative Press”, en 2016, el disco es una "obra maestra esencial que imaginó gran parte de la música popular moderna (…) representando el punto culminante de los experimentos [de Davis] en la fusión de rock, funk, electrónica y jazz".


“Fact” caracterizó el álbum como "un disco frenético y punk, radical en su uso de la tecnología de estudio (…) la deuda que la pista de baile moderna tiene con las abstracciones contundentes de On the Corner aún no se ha entendido completamente".


Y en “The Vinyl Factory” Anton Spice lo describió como "el tatarabuelo del hip-hop, IDM , jungle , post-rock y otros estilos que extraen el buen significado del loop y la repetición".


Nosotros lo definimos con tres simples palabras: dis-ca-zo



Comments


whatsapp-verde.png
museo parlante apaisado.png
BannerNOV.gif

PELICULAS

MUSICA

LECTURA

bottom of page