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La peli de la que todos hablan


Por Agustina Mamani


Es martes a la nochecita, cerca de cien personas están en la sala con sus gigantescos baldes de pochoclos y vasos de gaseosas que parecen cocteleras. La gran mayoría son sub 40 años de edad.


Comienza el film tras una insportable casi media hora de propagandas y trailers. A los cuarenta minutos de película se levantan y se van dos parejas. A la hora y media ya son diez personas las que se van comentado cosas en voz alta. Al finalizar el film, un 20% de la sala está ausente y las personas que salen van comentando diferentes aspectos impactantes de lo que acaban de ver. Un par de parejas caminan en silencio por el pasillo.


Las redes sociales están advirtiendo en cada país de este mundo globalizado que hay que "cuidarse" de “La Sustancia”, el film británico-francés escrito, dirigido y producido por Coralie Fargeat y protagonizado de manera magistral por Demi Moore y Margaret Qualley con un sub protagónico memorable de Dennis Quaid.


Centenares de videos se suben a twitter y tic toc en los que vemos a gente yéndose de cines de distintos países maldiciendo en voz alta, algunos de personas vomitando en la sala... esta nueva forma de construir la comunicación en la que lo privado se hace público le ha venido como anillo al dedo a Coralie para que todo el mundo hable de su obra.


Veamos el trailer:



En este avance queda bastante clara la propuesta de la fábula que Fargeat cuenta en el film: una mujer famosa (Demi Moore, estupendísima) llega a la edad en la que los estándares sociales de belleza-una sumatoria impuesta de clichés patriarcales, por más que esté tan de moda atacar el concepto- decaen e intentan borrarla. Para que esto no suceda recurre a una droga aparentemente ilícita que le promete, según el agente vendedor, "una versión mejorada de ti". La mujer acepta y pasa ser dos mujeres, ella misma, la de cincuenta y tantos acechada por el fin del esplendor social y Sue, una de veinti pocos (Margaret Qualley, un huracán en pantalla).


Las dos mujeres, que son una, deben mantener el balance de vivir siete días cada una. Esto no pasa. Allí se desata el espanto.


Con una cintura narrativa que más de un colega debe estar envidiando fuertemente por estos días, Coralie Fargeat convierte esta, su obra personal, en una película de dimensiones extraordinarias que pareciera dirigida coralmente y a dos manos por Terry Gilliam y David Cronemberg. En escena están el terror corporal y el grotesco estilizado. Es como si estuviéramos viendo "La Mosca" y "Brazil" a la vez.


Pero esto es solo la parte de la pericia técnica y narrativa del film. Luego conviene hablar del espíritu que la directora imprime en esta fábula audiovisual:


Con sensibilidad femenina Fargeat se mete en un género reservado exclusivamente a los hombres: el horror, con todo y fuertes escenas de slash y de gore. Y lo verdaderamente impactante es que la gente no se retira de la sala cuando suceden estas secuencias. Se van cuando la presión del argumento es psicológica, cuando el guión te interpela con violencia mental.


Los cánones de belleza, la cosificación. la soledad del envejecer. Todo eso y nada más que eso es la masilla con la que la directora construye esta historia, que tiene los pies remojados en las fuentes del Dr Jeckyll y el señor Hyde, o en el retrato de Dorian Gray. Tanto así que hasta el nombre de la protagonista tiene un juego de palabras, como en las dos obras contraculturales antes mencionadas. Si el señor se llama Hyde, es porque en inglés es casi igual que hide, esconderse. Si Dorian es Gray es porque gray es gris. Pues Elizabeth, la mujer acorralada por su propia desaparición social es Sparkle, que en inglés es "brillante".


Todos estos condimentos de género, con tradición comprobada en la historia del cine y la literatura, en manos de Fargeat se resignifican, porque la mujer que ella es pone el cuerpo en el guión. Así como Mary Shelley entendió simpáticamente a la abominación viva/muerta creada por su personaje más famoso, el Doctor Frankenstein, tras haber tenido ella misma un aborto espontáneo, Coralie sabe que el horror corporal que hay en su film es heredero directo de su propio miedo. Miedo de mujer, que es la "nigger of the world", como diría Lennon.


Bestial, pero necesaria. Vale la pena verla si se tiene el filtro emocional para procesar los excesos estéticos del género, que son fuertes en el film.


Última acotación: la mayoría de los videos virales sobre gente enojada y asustada i descompuesta en los cines tiene a varones en cámara. No soy quien para sacar conclusiones rotundas al respecto, pero si pueden, pregúntenle que piensa al respecto alguien con título en sociología...


Para cerrar esta nota compartimos con ustedes un cortometraje de la directora realizado e 2014. Una bella historia de amor futurista que adelanta algunos de los desvelos personales que Fargeat convirtió en pesadilla distópica este año en "La Sustancia"



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