La araña negra tiene su poesía
El escritor rionegrino Sebastián González publicó un libro de poemas inspirados en el ruso Lev Yashin, uno de los mejores arqueros de la historia y el único en obtener el Balón de Oro, en 1963.
* Por Pablo Montanaro
“Yashin vuela abajo a la izquierda y desaparece el peligro, Yashin vuela abajo a la derecha, y desaparece el peligro”, escribió Sebastián González en uno de los poemas de Yashin, título del libro sobre la mítica figura del arquero de fútbol de la Unión Soviética que se convirtió en leyenda.
El escritor nacido en General Roca en 1978, recordó que la primera vez que leyó algo sobre el arquero más conocido por su apodo “La Araña Negra” —por su aptitud para detener la pelota y su indumentaria rigurosamente negra— fue en una edición especial sobre la historia de los mundiales de fútbol de la revista El Gráfico. Especialmente aquel joven rionegrino quedó impactado por una foto que mostraba a Yashin volando para atajar un tiro libre en un partido en el Mundial de Inglaterra en 1966.
Así de esa manera azarosa, hojeando las páginas de aquella revista, varios años después apareció un poema que hablaba del arquero que, fue el primero en jugar con guantes (en 1958) y que trascendió de generación en generación a pesar de estar ligado por siempre al Dinamo de Moscú y a la selección de la Unión Soviética con la que ganó el oro en los Juegos Olímpicos de 1956 y la primera Eurocopa jugada en 1960.
“Yashin está parado en el borde del área grande/ y pierde contacto con la realidad inmediata./Piensa en su padre, el hielo, la revolución eterna”, se puede leer en uno de los poemas.
La figura de La Araña Negra, quien en su trayectoria sumó más de 810 partidos entre 1949 y 1971, lo remitió a González a su niñez, “porque tanto el universo del fútbol, el de esa época, como el imaginario soviético siempre me atrajeron”. Y a medida que iban apareciendo los poemas, el poeta fue conectándose con sus propias cosas, sobre todo las más internas, “que una mera referencia a un ídolo deportivo de mi infancia”.
“Se vestía todo de negro y era más ancho que una puerta/ jugó toda su vida en un solo club y atajó más de 150 penales, jugaba de líbero, ordenaba a la defensa. Algunos aseguran que fue funcional a la República, otros dicen que fue un personaje literario del Siglo XIX”, se lee en una de las sesenta páginas del libro publicado por la editorial patagónica Espacio Hudson.
En el libro desfilan nombres de la cultura, del arte y del universo soviético. La atracción por la arquitectura monumental, los desfiles y la estética de los afiches, son ineludibles para que González los conjugara entre referencias de partidos, atajadas y enfrentamientos con los delanteros rivales, sobre todo con los “tanques” alemanes. También aparece el cine de Sergei Eisenstein, la música de Stravinsky y la literatura del poeta de la Revolución Rusa, Vladimir Maiakovsky.
“Se mentaliza principalmente en esto:/ Franz Beckenbauer no tiene la culpa de que haya existido Hitler// En su mente la pelota viaja más lento que lo que podría/ llegar a discernir el ojo humano común. (…) En pleno desplazamiento aéreo recuerda un pantano/ congelado y trabajos forzados, (…) Piensa en el aire helado que penetra la médula y en la guerra y el miedo a la guerra, en el silencio que representa un estadio vacío”, escribió González que de chico era muy fanático del fútbol condicionando su estado de ánimo por los resultados de River Plate.
El poeta rionegrino confesó que por un lado “hay muchos datos ciertos como fechas, nombres y sucesos históricos” y por otro hay un Yashin “inventado, ficcionalizado según mi mirada sobre el personaje y lo que imagino que pudo haber hecho o pensado en determinado momento. Me interesó sacarle un poco ese aura de mito y ponerlo en situaciones cotidianas, casi sin importancia, fuera de la cancha y de la idolatría total que había sobre él”.
“Yashin dice que no se siente la epopeya nacional/ ni menos aún el depositario espiritual de la avalancha roja,/ que sólo intenta hacer su trabajo lo mejor posible/ Yashin se viste completamente de negro para confundirse/ con el entorno y aclara que la elección de ese color no/ refleja su estado de ánimo ni su visión de la existencia”.
Para González, La Araña Negra es un personaje complejo. “Llegó a ser, junto con el astronauta Yuri Gagarin (en 1961 se convirtió en el primer hombre en salir al espacio exterior a bordo de la nave Vostok 1) —que también aparece en el libro—, la persona más famosa de la Unión Soviética con estampillas con su cara, homenajes, estatuas. Además encarnaba el ideal del deportista ejemplar, era la cara de exportación del gobierno ruso hacia el mundo. Parecía cumplir con los valores que pregonaba el gobierno: última línea de la retaguardia, visión de conjunto, el sacrificio del lucimiento personal en pos de lo grupal”.
Lev Yashin, el único arquero que consiguió ganar el Balón de Oro en 1963 y cuya figura, que transmitía presencia y seguridad, se convirtió en póster oficial del último mundial jugado en Rusia, ahora tuvo en un pueblo de la Patagonia argentina alguien que le escribió. “La pelota se desplaza por el aire a una velocidad que sólo él puede configurar: la Araña Negra teje su propio mito e inventa el arquero-líbero, el stop motion”.
Uno de los poemas comienza con una fecha: 20 de marzo de 1990, el día en que el histórico arquero ruso murió a los 60 años y fue enterrado con honores por parte del estado soviético. “Ahora su figura es un enigma, una de las mil formas que adopta el misterio”, escribió González.
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