ELZA SOARES en mi memoria (HL)
Hace muchos años que viajo a Brasil con frecuencia. Dos de mis hijos viven en ese hermoso país de playas, selvas, montañas, música, mitos, donde escuché, vi y disfruté de experiencias maravillosas.
Una de ellas , sin duda, fue conocer y escuchar en vivo a Elza Soarez (en Paraty), la cantante negra brasilera más importante en décadas que falleció ayer, 20 de enero, a los 91 años, declarándose tres días de luto en Rio de Janeiro. A tal, punto su popularidad y trascendencia.
Su nombre está radicado en las entrañas del lugar que la vio nacer: una favela de Río de Janeiro: Garota Bonita en el año 1930. Sus padres eran obrero y lavandera y tenían el signo de la pobreza marcado en el documento diario de una vida dedicada a la resistencia.
De allí Elza aprendió lo que mostró en su vida: a los doce años, obligada a casarse, fue madre casi niña , pariendo siete hijos de los cuales dos fallecieron de desnutrición. Ella confesó alguna vez, que debió robar para darle de comer a los pequeños viviendo los dolores de la marginalidad.
Elza fue cantando por la vida con la voz que maravilló al mundo, mientras el amor la atravesó con un jugador mítico de su país: Mané Garrincha, con quien estuvo casada durante 17 años y condenada a sufrir los avatares del alcoholismo que derrumbó al héroe del futbol de aquellos tiempos.
Elza Soares estaba allí a metros de mi ansiosa mirada: la ayudaron a subir al escenario entre dos personas. Estaba envuelta en una estola blanca que destacaba su negrura genuina, su raza imbatible. La gente la escuchó como hipnotizada por su energía y entrega. Tendría más o menos 80 años y seguía altiva y gloriosa, cantando como que fue considerada una de las voces más importantes de su país en el mundo.
Elza es una fotografía de mi álbum personal que está intocable en mi memoria. Hoy, a los 91 años, se despidió de este planeta: la escucho y comparto, la recuerdo y sonrío. Una grande.
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