Cachetazo a la dictadura
Esta semana cumplió 41 años "La Dicha En Movimiento", el disco de la banda argentina Los Twist que causó un gran revuelo en el momento en el que apareció.
A ver, era noviembre de 1983, la democracia estaba a punto de volver al país tras 7 años de oscuridad y terrorismo de estado. Por un lado se respiraba un clima de algarabía por las posibilidades concretas de libertad y participación que le devolvía la inminente vida democrática a la sociedad argentina, pero por otro lado subyacía un miedo concreto y fundado, porque desde 1930 hasta ese 1983 los militares se habían encargado de regresar una y otra vez al poder, derrocando democracias como quien sopla un castillo de naipes.
En medio de ese sentimiento colectivo dual, casi ciclotímico, una banda del circuito independiente y bajofondero de la escena musical porteña irrumpe en clubes y discotecas medio orilleras de la Capital Federal (se llamaba así ¿se acuerdan?) trayendo una propuesta inaudita: jóvenes de saco y corbata, pelo corto, con anteojos oscuros y una cantante (la explosiva Fabi Cantilo) casi sacada de un film de Claude Chabrol que tocaban un cocoliche que incluía new wave, tarantella, y una conventillez total de estilos mezclados con mucha dosis de ironía, desparpajo y todo levado casi hasta el paroxismo.
Los medios especializados no entendían nada. Mucho menos cuando salió el disco debut. Mucho menos al corroborar que lo producía Charly García. Y mucho menos de mucho menos al comprobar que se convirtieron en un éxito masivo de la nada. Muchos colegas les pegaron, desde el rock, desde el jazz, desde el folklore, por izquierda y por derecha.
Pero entonces llegó el verano 83/84 y Los Twist sonaron en todos lados y, en medio de una primavera democrática naciente, con una alta dosis de cultura militante impregnando las propuestas musicales, irrumpió con fuerza de vendaval en la escena nacional (festivales, radio, televisión) este grupo aparentemente postmoderno y descomprometido, armado por esta banda de desaforados noctámbulos, vestidos con trajecitos y vestidos de gala ¡Una belleza!
Y allí estaban Los Twist, arriba del escenario, liberando la libido de una generación que había estado siete años reprimida y a la sombra; armados con un puñado de canciones pegadizas y plagadas de doble sentido social, cultural y en definitiva... ¡moral!
Esta pequeña bomba de tiempo disfrazada de disco ingenuo “pa' reíl-lo y divertíl-lo” fue craneada por Pipo Cipollati, Fabi Cantilo, Daniel Melingo, Gonzo Palacios, Polo Corbella y Eduardo Cano; y fue genialmente instrumentada en el estudio por el mismísmo Charly García como productor artístico y el dúo Mario Breuer/ Amílcar Gilabert como operadores del fierrerío sonoro.
El resultado final es bien conocido y popular: 35 minutos ultra explosivos de hits kitsch y bailables entre los que se encuentran canciones que han quedado en el acervo argento para siempre.
De este puñado de canciones resaltemos por sobre todo -y para que sintonice perfectamente con el título de esta nota- la canción a-gogó “Pensé que se trataba de cieguitos”, que cuenta con un humor impecable la historia de los tristemente célebres Ford Falcon verdes de la dictadura, con sus consecuentes gorilas fascistas dentro, arrestando a un incauto joven en el microcentro porteño. Pues si hay que llevar cinco canciones sobre la dictadura para pasar en una clase especial sobre el tema en una escuela secundaria: ¡ésta debiera ser una de ellas!
El resto del disco es igual de potente: está plagado de referencias culturales de la época y, verso a verso, Los Twist las van poniendo en tensión, como si fueran una pandilla de bufos letales. Enredarse en esta aventura sarcástica pero sensible que nos propusieron hace cuatro décadas estos personajes es muy necesario por estos días.
En fin: media hora de fiesta loca, hermoso todo, para bailar y reírse de lo que hay que reírse, y de lo otro también... ¡Qué joder!
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